Ficha Artística

Año: 2013nDuración: 80 minnPaís: PolonianDirector: Pawel PawlikowskinGuión: Pawel Pawlikowski, Rebecca LenkiewicznMúsica: Kristian Selin Eidnes AndersennFotografía: Lukasz Zal, Ryszard Lenczewski (B&WnReparto: Agata Kulesza, Agata Trzebuchowska, Joanna Kulig, Dawid Ogrodnik, Jerzy Trela, Adam Szyszkowski, Artur Janusiak, Halina Skoczynska, Mariusz Jakus.nSinopsis: Anna es una guapa jovencita de 18 años que se prepara para convertirse en monja en el convento donde vivió desde que quedó huérfana de niña. Un día descubre que tiene una pariente viva a la que debe visitar antes de tomar los votos, su tia Wanda. Ambas se embarcan juntas en un viaje de descubrimiento sobre ellas mismas y de su pasado común.

¿Y después?

Según Sartre

 

“El existencialismo no es otra cosa que el intento de sacar todas las consecuencias de una posición unitariamente atea”.

No en vano Pawel Pawlikowski , uno de esos directores que prefieren el silencio a las palabras,  ha escogido como punto de partida para esta película, Ida (2013) el viaje iniciático previo a la toma de votos de una joven huérfana. Viaje  que supondrá su primera toma de contacto con el mundo exterior  y con ello la búsqueda de su propia identidad.

El director polaco residente en Gran Bretaña, conocido por Last Resort (2000) Mi verano de Amor (2004) realiza un radical cambio estilístico en relación a sus anteriores trabajos en lo que supone un reencuentro del cineasta con su país natal después de varios años rodando documentales y largometrajes en Inglaterra.

Ida nos presenta dos personajes completamente antagónicos y a su vez complementarios, dos formas de interpretar  y afrontar la existencia, con un gran choque de conciencias. Una lucha entre la fe, el materialismo y el dolor de la verdad. Planteamiento certeramente expuesto en un ambiente hermético y aún con heridas de guerra (Polonia, 1960), con una desestructuración del sistema y una represión social que imposibilitan la identificación.



Rodada desde la austeridad del blanco y negro, en unos escenarios asolados e impersonales construidos en piedra, niebla y hormigón, el director consigue focalizar toda la atención en las actuaciones de sus protagonistas. Podría decirse que el gran merito de esta película parte de la dirección fotográfica. Ryszard Lenczewski , el director de fotografía, ha  manifestado estar muy preocupado por la composición digital en el cine actual, porque está quitando a los actores del mundo real y restándoles protagonismo. Visión que comparte con su director, con el queparece haberse compenetrado a la perfección para gestar un producto atípico e incluso difícil de digerir para el público medio.

Cualquier instante de este film está cargado de una poderosa sensibilidad que mantiene al ojo en una atención hipnótica. Cada plano ha sido meticulosamente compuesto y medido creando una cadena hierática, casi un story board fotográfico debido a la casi total ausencia de movimiento de cámara, planos fijos y encuadres en 4:3, que en ocasiones llegan a resultar incómodos, revelando rostros y cuerpos cortados -impresionante el fotograma en el que se recogen los huesos de la fosa- que nos recuerdan al mejor Bresson, colocando en ocasiones a los personajes en lugares alejados en el espacio, robándoles protagonismo, doblegándolos en rincones y acrecentando la sensación de pérdida e insignificancia de unos personajes que parecen estar perdidos en el tiempo de su propio ser (“No he estado en ninguna parte” reconoce Anna).



La protagonista de Ida se enfrenta al abismo de un pasado oculto, al conocimiento de la imperfección humana, a otro nombre e incluso a la contrariedad de pertenecer a una religión diferente a la que le fue impuesta y que la obligará a replantearse su vocación. Todo un acierto para esta película el haber contado con una actriz que no era actriz y ni siquiera pretendía serlo, un personaje romántico que debido a su inexperiencia refleja de forma natural el miedo al vacío y la imposibilidad de orientarse en un mundo carente de apoyos. Cuentan que una amiga del director descubrió a Agata Trzebuchowska (Ida) en una cafetería, y pensando que sería la persona idónea para su papel la tomó una fotografía disimuladamente.



Muy acorde al planteamiento general llegamos a un final que lejos de resultar religioso resulta más bien una huída, haciendo honor a su nombre, y una necesidad de encontrar una salida rápida ante la inseguridad de la libertad.

Ida es una película que supone toda una reivindicación de buen cine y sencillez, que apuesta por la narración frente a un mercado cinematográfico que se precipita al  efectismo con unos productos que lejos de sorprender o emocionar por su detalle o complejidad, en ocasiones sólo resultan alardes de virtuosismo visual que nos llevan al hastío.

Ida está distribuida en España por la distribuidora de cine independiente Cameo.

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